La lengua
ejerce poder. En la lengua se ejerce poder. Poder: parásito del lenguaje.
Hay
un cruzar de letras. Hay las palabras. Hay la lengua. Hay sus leyes. Hay la
imposición fascista de hablar. Decir siempre como Otro quiere; como desea y no
sé si me desea. Me exige sus formas reconocibles siempre. Me exige. Me elige.
Me teje una red de acero. Me aprisiona. ¿Puedo ser así? ¿Qué hablo cuando
hablo? ¿Qué dice el otro cuando dice? ¿Dice que dijo que dice lo que dije? Ya
nunca se sabe lo que se dice. La violencia de la regla. La regla. La línea
punteada que nos separa. Y se para. Y se siente la atosigante nube simbólica
disfrazada con chiches, cositas, pochoclos. Dice el otro que dijo el Otro que
me diga que diga.
“…Miradle; es Edipo – el que resolvió los intrincados enigmas y ejerció
el más alto poder…”
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