Palabras
obscenas que provocan rechazo, horror… erotismo, seducción, desafío…trampas.
Es
que cuando alguien está tomando una coca-cola, por ejemplo, puede ser que
mientras mira en la tevé de un bar el noticiero del mediodía, una niña
colegiala se siente en su mesa, tome su mano desconcertada y la pose suavemente
en la propia pierna púber. Puede que el deseo de la mano movilice los dedos que
como hábiles reptiles emprendan el camino a la tierna caverna; húmedo hueco sin
fin, fluido revestimiento: la vagina. La concha de la colegiala cuya pollerita
tableada intenta no correrse del todo. ¡no del todo por favor! Y la mano sale…
y entra suavemente. Y sale, y se levanta un bulto en el pantalón. Un bulto
oscuro. Un bulto peludo: pingo, pija, verga, glande embadurnado de pasión…
Puede que la colegiala se vaya.
“… Uno de mis
pacientes tuvo un sueño que constituía la completa reproducción… de un
incidente sexual… Cuando tenía doce años había ido el sujeto a visitar a un
compañero suyo que se hallaba en cama y que al hacer un movimiento… mostró sus
desnudeces. Poseído por una especie de obsesión a la vista de los genitales de
su amigo, descubrió el visitante los suyos y echó mano al miembro del otro;
pero al ver que este le miraba con disgusto y asombro se turbó
extraordinariamente y retiró su mano. Veintitrés años mas tarde repitió un
sueño esta escena…”
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