sábado, 25 de agosto de 2012

Malas Palabras 3


       Más cuando ellas aparecen impunemente en escena, la barrera que regula se ve burlada. La angustia toma posesión  de los sujetos. Algo oculto había, algo prohibido, algo siniestro. ¿Incesto y parricidio?

Soñó que caminaba por la Veinticinco de Mayo (no fui yo). Soñó con un culo enorme, hermoso, esponjoso, redondo, sabor a caramelo. Soñó que lo perseguía, lo alcanzaba, lo tomaba. Era el de su hermana (no fui yo). Era su madre haciendo las compras para el almuerzo. Era su hermana cogiendo con su novia. Era su madre con su hermana. Era su padre que le pegaba (no fui yo). Era su padre que le pegaba con una tabla en el culo. En su culo redondo, esponjoso, hermoso, sabor a caramelo que se derretía en la lengua de la madre, del padre, de su hermana, de su tía, el abuelo (no el mío). Su lengua enojada que mordía. Le mordían. Le mordían el culo y sangraba. Sangraba el culo del padre masticado por la lengua enojada de la hermana (su hermana). Su madre muerta. Su padre muerto y cogido. Su hermana y su novia. Su aliento. (Todo fue un sueño). 

“… En términos generales… sucede como si desde edad muy temprana surgiese una preferencia sexual; esto es, como si el niño viviese en el padre y la niña en la madre, rivales de su amor, cuya desaparición no pudiese serles sino ventajosa…”

“…Una niña de ocho años… aprovechó una ocasión en que su madre se ausentó de la mesa para proclamarse su sucesora, diciendo a su padre: Ahora soy yo la mamá. ¿No quieres más verdura, Carlos? Anda, toma un poco más…”

“…Conozco el caso  de una niña de menos de tres años que intentó ahogar en su cuna a un hermanito recién nacido, de cuya existencia no esperaba, por lo visto, nada bueno…”

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